Desapareciste en la viscosidad opaca de la noche,
tu figura fue una forma desvanecida, desdibujada,
en las garras filosas del tiempo.
Tu voz, un tenue sonido minimalista
entre ecos cadavéricos de sonatas lejanísimas,
bachianas.
Tus pintoras manos, de larguísimos dedos,
incansables fabricantes de respuestas
para esos acertijos de peligrosas tramas.
Susana Correa
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